El derecho a vivir una vida sin violencia es un derecho común a todos los seres humanos. Amén a ello, las mujeres históricamente padecen violencia y discriminación.

Reconocer las situaciones de violencia familiar y contra la mujer en los ámbitos en que desarrolla sus relaciones interpersonales, presenta ciertas dificultades, producto de la cultura, de los mitos, de los prejuicios, que abonan y reafirman la naturalización de las conductas violentas, así como la manipulación de situaciones por quienes producen los hechos, la cronificación de hechos y la impunidad de quienes dañan.

En éste contexto, el desafío en la administración de justicia, es aplicar armónicamente la normativa internacional e interna, luego de la escucha activa a las personas involucradas a los procesos de violencia, a efectos de dictar medidas que contribuyan a su efectiva protección.